Desde el mapa político mundial se mantiene la visión, y la ilusión, de que para comenzar a volver a la normalidad necesitamos la vacuna contra el COVID-19.
Pero viendo la nueva normalidad tenemos la obligación de preguntarnos si este hito ¿llegará a tiempo para evitar otros males tales como la caída de la economía, falta de control en pacientes, aumentos de patologías por causas del aislamiento, etc.? y por otra parte cuando sea lanzada para su implementación ¿será efectiva y segura?, ¿la inmunización será duradera?, ¿tendrá reacciones adversas, a corto, mediano o largo plazo?, ¿las personas querrán utilizarla?.
Para buscar respuestas a todos esto interrogantes comenzaremos analizando algunos datos importantes que nos marcan el contexto de salubridad en que vivimos:
- Argentina es uno de los países con menor índice de mortalidad por COVID-19 en América. De hecho mueren muchas más personas (32.000) por año de neumonía o influenza.
- Hoy contamos con un agravamiento de enfermedades crónicas y, en muchos casos, de las patologías psiquiátricas. Esta situación se profundiza por falta de atención adecuada en los centros de salud que están abocados casi con exclusividad a la atención pacientes con COVID-19.
- También se están duplicando las muertes por enfermedades cardiovasculares con respecto a la época previa a la pandemia, dada la deficiencia en el seguimiento y control de este grupo de pacientes.
- Además hay que considerar a nuestros niños que hoy transitan una mayor situación de estrés ya que sufren el encierro además de convivir las 24hs con nuestros problemas y la falta de contacto directo con sus pares.
Todos estos datos nos llevan a concluir que la nueva normalidad no es más ni menos que una pérdida en la calidad de vida de la sociedad y que poner todas nuestros esfuerzos y esperanzas en una vacuna cercana y eficaz es algo muy poco sustancial, dado que no será una solución mágica ni inmediata y que recuperar lo perdido va mucho más allá de lograr inmunidad contra el virus sea como sea.
Actualmente la información que tenemos sobre el desarrollo de los diferentes proyectos de vacunas, es que estos han acelerado los tiempos de estudio y elaboración con una velocidad nunca antes vista en la historia de la humanidad, incluso en algunos casos sin siquiera cumplir todas las fases del protocolo de investigación, lo cual denota por un lado, un impulso que se percibe más político que científico y por otro los intereses de las empresas farmacéuticas que han subido o esperan una suba extraordinariamente alta del valor de sus activos para los que lleguen primero a descubrir “la cura milagrosa”.
Hoy más que nunca pareciera que las ganancias políticas y de la industria opacan al avance científico riguroso y seguro exponiendo la salud de la humanidad a la expectativa de una carrera para ver “quién llega primero a la luna”, ¡no importa si llegamos bien, lo importante es llegar primero!
Otro punto importante, es que las vacunas se desarrollan con cepas del virus que quizás no sean las que imperen en el momento de la implementación, dada la alta velocidad de mutación que tienen algunos virus, lo cual podría restar efectividad en el proceso de inmunización.
Las dudas son demasiadas. Nos alegramos todos por la aparición en tiempos récord de vacunas, pero la incertidumbre de su valoración como solucionador único y global, en plazos medianos de aplacar la pandemia simplemente no es veraz.
Hoy el camino más sólido que tenemos para recuperar lo perdido, es aprender a convivir con el virus y las pandemias que probablemente se hagan más frecuentes, no desde el pesimismo sino desde una perspectiva superadora que nos lleve a plantear protocolos de bioseguridad serios y profesionales para nuestras actividades, controles, seguimientos de pacientes, etc. Muchos de los cuales ya existen, en especial teniendo como aliados a las excelentes instituciones médicas con las que cuenta nuestro país, infraestructura, tecnología y profesionales de la salud.
La muy buena noticia es que se han desarrollado y se siguen investigando en el país, terapias y tratamientos para ayudar y mejorar a pacientes contagiados por Covid-19. Estos avances nos dan otra perspectiva diferente y esperanzadora, más allá de la vacuna. Sólo por mencionar tenemos la aplicación de plasma humano, suero equino hiperinmune, y el ibuprofeno aerosolizado en casos puntuales y la lista de posibilidades se amplía cada día lo que nos deja un panorama para pensar más con cuidado que con miedo.
Nuestra salud y bienestar van mucho más allá que el covid-19, así como las expectativas a futuro pueden ir más allá de una vacuna.
Dr. Christian Leiva – MP. 31.209/1
Director Médico
La Posada del Qenti – Qenti Medical
Lo que escribe el Dr. Es muy lindo y romántico. Falta el diseño en ciudades de 20.000.000 de ha. Cómo tenemos en amba, para saber cómo se implementa un sistema de atención médica, saturado por pacientes covid. Con una gran parte de la sociedad con gran irresponsabilidad. No vivimos todos en una posada como la que uds. Publicitan.
Excelente y coherente información,
Excelente artículo Doctor. Comparto absolutamente su visión y parecer. Gracias por educarnos siempre.
La pandemia es una de las causas de la perdida de la calidad de vida en la sociedad. y sí es cierto que hoy es «mejor» contagiarse que hace unos meses, ya que se saben nuevas terapias y se conoce más el funcionamiento de esta enfermedad. Muchos esperamos la vacuna y no nos debe extrañar la velocidad de las investigaciones y ensayos en función de los muchos adelantos de la técnica y la ciencia actual. No quiero y me resisto a convivir con el virus. Necesitamos imperiosamente la vacuna, tal como hace muchos años necesitamos la vacuna antipoliomlietica. Si, Convivimos con el virus pero vacunados. Usted dirige un comercio y entiendo su mensaje pero convivir con el virus, al que ud. le llama «nueva normalidad» me parece desacertado en las condiciones actuales.
Dr. Leiva, clarísima la exposición. Me llevan a la reflexión de muchos temas vinculados a la «nueva normalidad». Es un placer leer sus artículos. Marina Parrini
Es muy fácil saber las cosas después de que sucede. No sabemos que hubiera pasado con las enfermedades cardiovasculares, con hijos con padres que se mueren, con el stress por sistemas de salud colapsados en el pico de la curva de la enfermedad y ni que hablar de las enfermedades psiquiátricas desencadenadas y agravadas por los duelos y el estress postraumático. Solo una estimación a partir de las experiencias mundiales y especialmente la de Brasil y EEUU, muestran que con millones de muertes la economía colapsa y la pobreza aumenta, etc. etc. Lejos del miedo, se trata de tratar de manejar multiples variables en una situacion sumamente complicada y sin antecedentes. Saludos y sigamonos cuidando sin miedo y con conciencia. Dra. Paula Berenstein
Con todo respeto. El sistema de salud sumamente deteriorado y sobre todo se deteriora en gobiernos neoliberales, debería contener todos los escenarios que ud plantea. Lo suyo a mi entender puede ser un análisis demasiado simplista ya que nadie declaró pandemia a las enfermedades cordiorespiratorias y otros males que ud. menciona. Lo cierto que la pandemia hoy es por covid y se esta llevando la vida de muchísima gente.. Debería haber un sistema de dalud publica que abarcara la complejidad de la problemática y deberían las personas comprometidas o relacionadas con la salud pública no solo decir qué, cuál o quién, sino arremangarse y luchar para que nunca mas perdamos el rango de ministerio de salud y todos, pero todos podamos tener respuestas a los problemas de salud como NOS MERECEMOS