Tecnologinitis: cuando la conectividad se vuelve nociva

por | Feb 10, 2020 | Buenos Hábitos, Gacetillas

Mejorar la comunicación entre las personas siempre fue un desafío en la agenda de la humanidad. El telégrafo, la radiofonía, los teléfonos y la red celular fueron significativos avances que permitieron que los seres humanos alrededor del planeta podamos interactuar más fluidamente que a través de las cartas escritas a mano. Luego, con la aparición de la World Wide Web, allá por los años 90, la tecnología asociada a la comunicación había comenzado a avanzar a pasos agigantados.

Fue recién en el año 2007 en el cual Apple lanzó el Iphone, considerado uno de los primeros teléfonos inteligentes con pantalla táctil. Este novedoso dispositivo comenzó a diseminarse en un mercado que no había sido tan permeable con las tecnologías anteriores: los adolescentes. Fue explosivo. Pasaron poco más de diez años para que hoy el 80%*1 de las personas en el mundo posean un teléfono inteligente; siendo éste un dato insólito teniendo en cuenta que solo el 70% tienen a su alcance un cepillo de dientes (fuente: Jorge Seoane, de SAP BDM Mobil).

La pregunta es si esto es una causa o una consecuencia, teniendo en cuenta que el uso promedio de estos dispositivos es de 5 horas diarias, chequeándolo un promedio de 110 veces al día. Estamos tan pendientes del aparato que dejamos de percibir a la vida a través del contacto real y lo estamos haciendo cada vez más a través de las pantallas. Videos, fotos y audios están reemplazando a los efectos reales de la vida misma. Un beso pasó a ser un emoticón, un saludo se transformó en un mensaje de audio atemporal y un hermoso atardecer en una foto. Estamos viviendo en la era de los memes.

Los adultos enviamos más de 50 mensajes de Whatsapp  por día mientras que los adolescentes mucho más que el doble. Si tenemos en cuenta la cantidad de personas que alcanzamos con nuestros mensajes y comparamos esa cantidad con las personas con las cuales tenemos contacto visual real a la hora de comunicarnos, seguramente la “comunicación” (si, así entre comillas) digital supera con creces a la personal, es decir, cada vez nos comunicamos más a través de aparatos que personalmente. La pregunta para reflexionar es: ¿Nos comunicamos más o menos que antes?.

Lo que en algún momento supuso un avance tecnológico en compromiso de mejorar la comunicación del ser humano, hoy nos esclaviza. Hemos llegado al punto de crear virtualmente mundos individuales al cual accedemos desde la ventana de nuestro smartphone. Ese pequeño (o grande) mundito comenzó a competir con el mundo real a tal punto que el 33% de las personas revisan el teléfono en público para parecer ocupadas. Es decir, evadiendo el mundo real viajando a su mundito individual, y es tal el respeto que tenemos de ese mundito que cuando vemos que alguien en público está sumergido en su planeta  lo respetamos y jamás lo interrumpimos hasta que no aterriza nuevamente en el planeta tierra. Entonces quedó socialmente establecido como “bien” que aquellas personas que públicamente no desean ser molestados evadan la realidad viajando a su mundito por algunos minutos u horas. Resulta muy sencillo saber quién está en el mundo real o en su mundito, básicamente el que ha viajado a su mundito tiene la pantalla del celular muy cerca de su cara y evidencia los signos típicos de un trance, entre estatua y fantasma.

Los jóvenes y adolescentes de hoy, los famosos nativos digitales, han nacido con la existencia de internet y probablemente hayan tenido un teléfono desde niños. Esto ha generado que para muchas personas el celular sea una extensión de su brazo, un órgano más. No es casualidad que el 80% de las personas duerman con el teléfono y que el 44% no lo apague nunca. A tal punto esta nueva “punta de brazo” se hizo imprescindible ya que 12 de cada 100 personas utilizan el teléfono mientras se bañan, o quizás sea al revés, se bañan mientras usan el celular.

Esta dependencia absoluta que la mayoría sufrimos está generando consecuencias graves a nuestra salud, con afecciones en algunos casos irreversibles. Tendinitis, dolor en cuello y espalda, síndrome del túnel carpiano, ojo seco, dificultad para respirar, dolores de cabeza, insomnio, estrés, vértigo, fatiga y mala digestión son solo algunas de las secuelas relacionadas al abuso de estos aparatitos. Hasta la postura corporal de las personas está cambiando. El uso permanente del teléfono requiere una nueva forma de andar, con el cuello inclinado hasta los 60°, lo que equivale a llevar sobre la cabeza 27 Kg de peso.

Por supuesto además de generar implicancias físicas, la Tecnologinitis deriva en peligrosas conductas sociales. La dependencia a las redes sociales genera una ansiedad comparable a la provocada a la que sufren algunos adictos a las drogas. Aparecen afecciones nuevas como la “Nomofobia” que surge del inglés “no mobile phobia” y está define así al temor intenso e irracional que aparece cuando una persona no tiene su teléfono cerca. “Ringxiety” es otra palabra nueva relacionada a la adicción al ringtone del Smartphone, sobre todo cuando una persona escucha que el teléfono sonó cuando en realidad nunca lo hizo. “Fomofobia” viene de “fear of missing out”, o sea, el miedo exagerado a perderse de algo que esté sucediendo en las redes. Otra consecuencia social que se está viralizando es el “Phubbing”, siendo ésta la conducta de aquel que está concentrado en su teléfono mientras entabla una comunicación personal, es esa falta de respeto evidente cuando alguien le habla y el otro no lo mira a los ojos para estar más atentos al teléfono que a la persona.

Pérdida de placer, problemas de pareja y rotura del vínculo familiar son otras de las consecuencias graves que genera la adicción a la tecnología (recientemente declarada como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud). Pero quizás lo más grave de todo, es que el uso desmedido del teléfono para acceder a las redes sociales, entre otras cosas, disrumpe la soledad, amputa la posibilidad de estar solos, de aburrirnos, de pensar en pensar. Con el teléfono en la mano y un mundo adentro de él, el concepto de soledad ha quedado disminuido a meramente una condición técnica geográfica. El hecho de no aburrirse abole todo tipo de requerimiento creativo haciendo que nuestro cerebro ya no tenga la necesidad de crear. La repetición de éste hábito está disminuyendo notablemente la capacidad creativa de las personas y lo que es peor aún, el uso de las herramientas del teléfono está reemplazando a los razonamientos que antes teníamos por motus propia, poniendo en riesgo la evolución de nosotros como personas.  La capacidad de orientarnos ha sido reemplazada por el GPS, la memoria visual por las fotos en 12 megapixeles, la lista del super por un bloc de notas digital, la agenda por el calendario, el saber por google, la habilidad de hablar un idioma por el traductor automático, el despertador por la alarma y así podríamos seguir con un listado enorme de habilidades que el Smartphone le fue robando a nuestro cerebro. El tema es que según el principio de evolución de las especies, nuestro cerebro irá adoptando nuevas habilidades que hagan falta y descartando las que no se utilicen, siempre en término de conexiones neuronales y redes, y lo mismo pasará con nuestro cuerpo. Imagino un futuro de seres humanos con ojos enormes, pulgares largos y cerebro chiquito. La pregunta sería ¿Qué estamos dispuestos a hacer para que el futuro sea mejor y no peor, dominando a la tecnología, y no vicervsa?.

Algunos tips para mitigar el mal uso de la tecnología:

  1. Poner reglas claras sobre el uso de la tecnología en el hogar es fundamental. Se trata de un acuerdo entre los integrantes de la familia que deben respetar y cumplir. ¿Celular en el almuerzo en la cena si o no? ¿Horarios? ¿Ringtones habilitados o silencio? Etc.
  2. Es clave además administrar el uso propio de la tecnología, principalmente calendizando el uso de las redes sociales. Es decir, si por alguna razón vas a utilizar Facebook, hacelo en un horario organizado y fijo, por ejemplo todos los días a las 18hs. La idea es escapar de la esclavitud a la que estamos sometidos y romper la cadena que nos hace estar pendientes las 24 horas del teléfono y de todo lo que pase en ese mundito.
  3. Complementar el uso de la tecnología con la actividad física es fundamental ya que muchas veces el aparato es una herramienta de trabajo que no podemos evitar, lo que si podemos hacer es generar hábitos saludables para minimizar las consecuencias negativas el uso excesivo de la tecnología.
  4. Siempre pero siempre, priorizar el contacto persona a persona por sobre el virtual. Si la posibilidad existe, tomar un café enriquece emocionalmente mucho más que un frío chat de Whatsapp.
  5. Silenciar las notificaciones. No podemos andar por la vida haciendo ruido como si fuésemos un sonajero, ni estar tan pendientes de lo que pase en las redes. Lo idea es solamente activar las notificaciones de llamadas y mensajes que realmente requieren de nuestra atención, evitando así los ruiditos molesto que invaden nuestros valiosos momentos de paz.
  6. Salir de los grupos de Whatsapp que estas por compromiso. De nada sirve estar por estar cuando miles de mensajes repetitivos no aportan nada a tu vida. Con educación y sin romper el vínculo personal uno puede salirse de los grupos que no suman contenido útil.
  7. Finalmente es aconsejable comunicar al entorno los nuevos hábitos adquiridos: “si es urgente me llaman por teléfono” por ejemplo, para evitar malos entendidos, asumiendo que los mails, las redes e incluso Whastapp no serán chequeados a cada rato.

La tecnología propone un avance exponencial en términos de salud, industria y calidad de vida en general pero siempre va a depender de nuestra relación con ella a través de los dispositivos. Cada vez más robots están reemplazando a los seres humanos, y el problema no es que los robots se estén humanizando sino que los humanos, nos estemos robotizando. No dejemos jamás de apreciar un amanecer y sentir como el cálido sol nos acaricia lentamente, ni de abrazar a un amigo cuando nos necesita ni de mirar a los ojos cuando nos hablan. Todavía estamos a tiempo de ser cada día más humanos, disfrutando así mucho más de la vida en este hermoso planeta.

Fuentes:

*1 publimetro.com.mx

*2 mediatrends.es

*3  infobae.com

Ing. Miguel Cané

Gerente General

La Posada del Qenti

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