Vivimos en una sociedad en dónde en general se “come mal”, no mucho; en la cual solemos empezar el gimnasio sólo para abandonarlo al poco tiempo y en la que el estrés es parte de nuestra rutina. Es por ello que seis de cada diez argentinos padecen de sobrepeso u obesidad, uno de cada diez es diabético y uno de cada tres adultos sufre de hipertensión arterial.
Por supuesto que estas consecuencias, entre otras, son el producto de un conjunto de razones, principalmente asociadas a los malos hábitos: la alimentación desbalanceada y desordenada, la falta de actividad física, el consumo indiscriminado (y poco controlado en muchos casos) de fármacos, el manejo inadecuado del estrés, el tabaquismo y cientos de “malas costumbres”.
Por suerte, estamos tomado consciencia acerca del estado de nuestra salud y nos demostramos interesados en mejorar. Según un estudio de “Concern Monitor 360º” al 73% de los argentinos le preocupa su dieta, sin embargo más de la mitad de la población es sedentaria.
Digamos que con tomar consciencia, solamente, no basta. Sabemos que debemos mejorar nuestra salud pero no hacemos lo suficiente. Quizás sea por eso que toda dieta o soluciones “mágicas” que aseguran alcanzar un estado saludable hacen furor en el país. Dieta del sol, de la luna, pastillas, polvo bloqueador de carbohidratos y hasta una inyección que ayuda con el hambre y la saciedad; como se aprobó recientemente, son todas promesas de ayuda apuntadas a un gran porcentaje de argentinos que exigen una solución sería a un problema delicado: SU SALUD.
Muchas de estas pseudo-soluciones pueden ser un negocio oportunista que suelen terminar empeorando la salud de quién confió, además de decepcionar y desalentar a un cambio real de hábitos.
La pregunta responsable que debemos hacernos los argentinos es: ¿Qué hábitos son los que nos llevaron a esta realidad y cuáles deberíamos cambiar?
Adelgazar por cualquier método (incluyendo las cirugías en algunos casos), sin cambios de hábitos no es la solución para el sobrepeso u obesidad, ya que luego de lograr el resultado esperado, si no transformamos las conductas que nos llevaron en un principio al estado patológico, al poco tiempo padeceremos nuevamente de las mismas afecciones, aumentando nuevamente de peso por enfocarnos en soluciones parciales o incompletas.
Para alcanzar un objetivo en la salud real y concreto, hay que lograr un cambio de hábitos, esto implica dejar de hacer cosas desfavorables a la salud y comenzar hacer cosas beneficiosas. El peso, el control de la diabetes y el estrés DEBEN ser consecuencias de un nuevo estilo de vida y NO de una pastilla, inyección o solución mágica. Si logramos modificar algunos de nuestros hábitos y podemos así sentirnos y vernos mejor, en el marco de un organismo saludable, todos esos resultados serán sostenibles y propios de la vida, y no accesorios ni temporarios.
Por supuesto un cambio de hábitos implica mucho más esfuerzo que simplemente tomar una pastilla o pincharse con una aguja todos los días, por eso está en cada uno tomar la decisión más acertada para su vida. En algunos casos los cambios no son siempre posibles, pero en la gran mayoría depende de una decisión nuestra.
Asimismo, con el acompañamiento de un equipo de profesionales y por sobre todo con motivación, con ganas y con una buena actitud, lograr un estilo de vida saludable es muy alentador y placentero, descubriendo una nueva versión de la persona y aprovechando todo su potencial físico, mental y emocional.