“Desayunar como un rey, almorzar como un príncipe, y cenar como un mendigo”.
¿Tendrá algo de cierto?
Desayunar como dice la palabra (Des – ayunar) significa romper con el ayuno que se produce entre la cena y la primera comida posterior a las horas de descanso. Cuando despertamos, tenemos una limitada cantidad de glucosa (energía) para utilizar, pasado los 45 minutos de comenzado nuestro día la cantidad de glucosa se agota y entramos en lo que se puede llamar un ayuno prolongado, si es que en ese tiempo no hemos desayunado, en el cual nuestro cerebro detecta esta falta de “combustible” y entra en un estado de alerta ya que necesita guardar la mayor cantidad de energía porque no sabe cuándo va a poder reponer las reservas perdidas. Como consecuencia de esto cuando volvemos a consumir un alimento nuestro organismo lo almacena como grasa (que es una reserva de energía más grande que la de glucosa) para que en futuras ocasiones que ocurra lo mismo tenga reservas para obtener energía.
Todo este proceso trae grandes consecuencias para nuestro organismo ya que comenzar la jornada sin nada en el estómago se relaciona con una menor capacidad de concentración y rendimiento intelectual, peor humor y sensación de cansancio, favorece el estreñimiento y aumenta el riesgo de obesidad, diabetes e infartos
Una excusa muy común entre aquellos que no toman nada por la mañana es que cuando se levantan no tienen hambre. ¿Se han parado a pensar que quizá cenan demasiado? Durante la noche se retrasa el vaciamiento del estómago, lo que ralentiza el tránsito intestinal.
Cuando la cena se hace tarde y muy copiosa, es lógico levantarnos con pocas ganas de comer, pero, si no comemos nada por la mañana se contribuye a perpetuar el círculo vicioso ya que se ha demostrado que las personas que no desayunan tienen mayor acumulo de apetito a lo largo del día, en especial durante la tarde/ noche.
Una de las características de las personas que consiguen perder peso y mantenerlo es precisamente que hacen un buen desayuno. Cuando hay un ayuno prolongado y luego comemos mucho, es más fácil que esas calorías se acumulen en forma de grasa. Para mantener el equilibrio hay que hacer, al menos, cuatro comidas al día (desayuno, almuerzo, merienda y cena).
¿Qué se considera hacer un buen desayuno?
Un buen desayuno debe estar compuesto por:
- Un producto lácteo, puede ser leche, yogurt, quesos o huevo ya que nos aportan proteínas e alto valor biológico y contribuyen a darnos mayor saciedad.
- Cereales (panes integrales, de salvado, multicereal, frances, copos de maiz o fribras ), alimento clave que provee carbohidratos como fuente de energía y proteínas para mantener músculos y otros órganos.
- Frutas, llena tu día con vitaminas y antioxidantes. Las frutas también te aportan fibra, esenciales para una buena digestión.
- Agua, es importante siempre comenzar a hidratarnos de a poco desde que empezamos nuestro día para así lograr consumir los 2 litros de agua por día.
En conclusión, el desayuno es la comida más importante del día ya que nos permite proveer a nuestro organismo de nutrientes y energía para mantelo activo el resto del día.
…y vos, ¿Ya desayunaste hoy?
Lic. Danila Macaren Alonso
M.P.: 4079
Área de nutrición de La Posada del Qenti